El día
que lo vi lo sentí…sentí que algo se encendía…sin rodeos mi piel se erizó con
el solo recorrido de su lengua por sus húmedos labios. Yo estaba allí desnuda de
alma, con mis barreras bajas frente a un desconocido que me hizo sentir viva
por primera vez en mucho, mucho tiempo.
Me sentí
mujer y me sentí viva…
En ese
momento lo supe, casi al instante; si me mira estoy perdida de antemano… recé y
a su vez, de modo casi inconsciente rogué para que mi suplica no fuera escuchada…
yo quería caer, sabia lo que iba a suceder y lo quería, lo deseaba; algo en mi
no se controlaba y lo buscaba.
En ese
momento no importaba ni el tiempo, ni los compromisos, ni nada… lo que quería que
pase justificaba por si solo el tiempo que estaba perdiendo, haciendo nada; aunque en realidad
si estaba haciendo algo: buscando el modo y la forma de como convertirme en la pobre y frágil presa que quiere estar al
acecho... esperando expectante…que desea ser atrapada de una manera casi
irracional, de manera que hasta una se sorprende de lo que siente.
Y así
como si todo hubiese transcurrido en una milésima de segundo, cruzamos miradas
y Dios, mi Dios…